Las máscaras mortuorias
Ya hablamos de ellas en la entrada dedicada a los Lares, dado que en parte, son una forma de honrarlos.
Las máscaras mortuorias son un elemento atávico y totémico de los aquilenios, una forma de recordar su pasado, su memoria, de que no se desvanezca en el frío del sidera pese a lo que ocurra con la civilización y cuántas peregrinatio más deban asumir.
De ahí que una de las grandes Urcas de Memoria de los Aquilenios, fuertemente defendida y siempre en paradero desconcido salvo por el Tricamerón conserve copia de las máscaras mortuorias (cuando no la original) más notorias e incluso se puede solicitar que se lleve allí la familiar a cambio de un estipendium mortiis que se dejará en la capilla de las ánimas del templo del culto Leteo junto a la copia de la máscara o la original.
Las máscaras suelen confeccionarse en materiales resistentes y duraderos como metal, piedras duras y bien pulidas o cristales de alta presión. Las más antiguas suelen estar hechas de metal, incluyendo la del primer Senator y los más prominentes del Scholarium que realizaron los primeros esbozos de la civilización Aquilenia.
Dicen que la Urca, la Gran Arca de Memoria, construida con una tecnología olvidada, es un gran cilindro donde están todas esas máscaras en nichos iluminados, una especie de lugar sagrado e inalcanzable salvo para los Sacerdotes del Silencio, los que cuidan aquel espacio con celo, secretismo y si llega el caso, gran violencia.
Las familias que encargan una máscara mortuoria lo hacen al gremio de la Máscara, que no solo se dedican a esto dado que hay gran tradición de usar otros tipos de máscaras entre los aquilenios como en las festividades de la Carnalea, la Renovatio Noctis también conocida como Las Rondas, y también en algunas más oscuras como la Memento Ritualem, que se celebra en algunos puntos de los dominios aquilenios y alguna colonias pues se trata de una celebración que ha caído en desuso en las urbes más modernas.
Las máscaras mortuorias que están en posesión de la familia normalmente tienen un espacio determinado en la casa, en la capilla de los lares. La capilla se divide en tres partes y puede ser desde una habitación a un pequeño nicho en la pared en función de la disponibilidad de espacio.
Las partes son: el altar de ofrenda, el nicho de la máscara y el ofertorio.
El altar es un pequeño saliente bajo el nicho donde se suele colocar el drappus familiae que tiene inscritos los nombres de la Tribu y de la familia y que solo se saca de ahí para rituales como bodas, funerales y para re-sacralizarlo si en algún momento toca el suelo.
El nicho puede ser del tamaño de una máscara mortuoria, puede haber más de un nicho a lo largo de una pared completa o ser solo un pequeño espacio donde se tienen réplicas a escala de las máscaras de la familia y la tribu; eso suele pasar cuando algún miembro de la familia se independiza a otro hogar y quiere conservar ese lazo, cosa muy bien vista entre los aquilenios por la devoción a los antepasados que supone. En otros lugares o espacios se tiene una placa holográfica que reproduce imágenes escaneadas en tres dimensiones de las máscaras familiares. Algunos militares las tienen puesto que están desplazados pero también colonos y otros aquilenios. Esto les permite en cualquier momento reimprimir o encargar máscaras mortuorias de sus lares para su nuevo hogar.
El ofertorio, por su lado, es un cuenco situado frente al nicho y que es lo único que puede estar sobre el drappus familiae. El cuenco suele ser de piedra, no más ancho en su boca que una mano y en él reposa una mezcla de arena y cenizas. Las cenizas pueden ser de origen vegetal y en algunas familias más estrictas, cenizas de familiares. En estas cenizas se depositan ofrendas de inciensos especiales o gomorresinas aromáticas y también es el lugar donde se realizan juramentos solemnes con sangre propia, que debe caer sobre el ofertorio y pone así como testigos a los lares. Las máscaras mortuorias son testigos mudos pero con el peso de la persona que fueron sobre esos juramentos.
Es habitual en la moda aquilenia llevar pequeñas réplicas de las máscaras prendidas del cinturón o en un colgante, sobre todo de quien se tenga como lar cercano. En otras ocasiones, si se ha hecho un juramento solemne se suele llevar una miniatura de la máscara pendiendo de un hilo rojo en la muñeca del mismo brazo de que se haya extraído la sangre.
Las máscaras son moldes perfectos del rostro de la persona difunta pero muchas veces son adornadas y si bien no se cambia su estructura sí se añaden colores, filigranas, o a veces algunas líneas de expresión distintas. Esto se hace en aniversarios o con motivos muy particulares como querer honrar al lar para solicitar algún favor o protección.
No se suele tener más de una máscara mortuoria del mismo lar en el mismo nicho salvo que se trate de una copia para imbuirla de la esencia de ese lar, cosa que se hace con un ritual específico que debe realizar un sacerdote leteo y después dejar a oscuras la habitación durante tres noches.
Tratar de ponerse la máscara mortoria de un lar fuera de algún ritual específico es algo tan tabú que puede incluso decretarse la muerte del sujeto por orden del consejo de la Tribu, dado que es una gran ofensa.
La Tribu suele tener también una copia de resguardo de todas las máscaras mortuorias de sus miembros, sobre todo de los más destacados y anualmente se hace un sorteo para enviar copias la Urca.
Cada máscara solemne, que es como se llaman las que tiene la Tribu en el nicho tribal, que es un lugar visitable por miembros de la misma, tiene un pequeño cristal de memoria que los rememoradores imprimen con la vida del sujeto, codificado en el dialecto tribal.